Entrar en el tiempo, vivir en el
presente; ¿es que acaso estamos fuera del tiempo o no vivimos en él? En
principio esta idea podría parecernos un absurdo ya que nuestras vidas están
compuestas de tiempo, pero una mirada al modo en que vivimos podría hacer que
esta idea aparentemente absurda cobre todo su sentido.
Si analizamos el modo en que los humanos
nos relacionamos con el tiempo observamos que nuestra línea temporal está
formada por el pasado, presente y futuro. El pasado es la línea que transcurre
desde que nacimos hasta el momento presente y es un segmento que fue pero que
ya no existe. El camino que hemos transcurrido en el pasado nos ha moldeado y
construido, ha propiciado en gran medida que seamos como somos y que sintamos
como sentimos pero sin embargo no podríamos conceder a dicho segmento de tiempo
el “estatuto” de real. El pasado es pues muy relevante en la vida de uno con
todas las experiencias vividas, pero ya no existe a efectos de poderlo revivir.
Con el futuro nos encontramos con algunas
características similares al pasado en cuanto a que no existe y por tanto no es
real. El futuro no tiene existencia ya que cuando este sea será presente, pero lo
necesitamos ya que vivimos orientados por él. Vivimos orientados por el futuro y
proyectándonos hacia él. Necesitamos tener siempre en cuenta al futuro pues
nuestras acciones inmediatas se realizan en base a él así como también nuestros
planes y proyectos, y es que si no contempláramos un futuro no accionaríamos de
ninguna manera ni podríamos planificar nada en nuestras vidas. Así es que
vivimos orientados hacia el futuro no pudiendo ser de otra manera.
Tenemos pues que nuestra la línea
temporal humana está compuesta por pasado, presente y futuro siendo el pasado
quien nos ha traído hasta el momento presente y estando en todo momento
orientados por el futuro. Pero este lógico esquema humano encierra una pequeña
trampa y esta consiste en que en una gran medida estamos siendo desplazados
fuera del tiempo. Y es que lo que en principio era nuestra aliada (una línea
temporal formada por pasado, presente y futuro) puede convertirse en nuestra
peor enemiga. ¿A qué nos referimos cuando decimos que nuestro modo de
relacionarnos con el tiempo podría estar jugando en nuestra contra? La cuestión
radicaría en que habitualmente estamos alterando dicha relación y estamos
viviendo casi permanentemente en el pasado o en el futuro, recordando o
proyectando. Hemos convenido que el pasado nos trajo hasta aquí pero que no
existe porque cuando fue era presente y que el futuro tampoco puede existir ya
que cuando este sea será también presente; y también estamos de acuerdo, cómo
no, en que es necesario recordar el pasado y accionar en base al futuro, pero
esto que es una necesidad puede convertirse en una losa si nuestra mente está
permanentemente recordando o proyectando ya que esto nos arranca del presente,
nos arrebata aquello que está sucediendo, aquello que ES. Y es que la
existencia es lo que existe y lo que existe es presente, pero si nos situamos
habitualmente en lo que fue o en lo que será no lograremos vivir en ningún
momento lo que está siendo, esto es, estaremos fuera de lo que ES.
Recordamos de nuevo en este instante que
tanto el pasado como el futuro son absolutamente necesarios para nuestras vidas,
pero el problema es que estamos casi permanentemente recordando o proyectando,
es decir, situados la mayor parte de nuestro tiempo en el pasado o en el futuro
y es de este modo como nos estamos perdiendo el presente, lo que está siendo,
lo que ES. Y es que cuando empezamos a situarnos en el presente, primeramente,
estaremos viviendo realmente el instante entrando así en el tiempo, pero además
advertimos que empezamos a desarrollar nuestra intuición ya que estaremos es
actitud meditativa. Podemos incluso, por momentos, prescindir totalmente del
pasado y futuro y situarnos rotundamente en el presente, desmoronándose así la
ficción que supone el haber incorporado el pasado y el futuro a nuestras vidas,
ficción que, recordamos una vez más, es absolutamente necesaria para seguir
viviendo pero que cuando se produce un abuso tanto de uno como de otro nos
arrancan de la vida.
Por todo ello podemos decir que la vida
por tanto es aquí, que la vida es ahora, y es ahí donde deberíamos regresar muy
a menudo más allá de nuestro necesario pasado y futuro. Porque si no somos
capaces de ir entrando en el tiempo real la vida no podrá cobrar su intensidad
siendo así una existencia mucho menos plena, además de estar desperdiciándose
en buena manera. La vida está siendo, las cosas están sucediendo AHORA pero sin
embargo nos empeñamos en salir de ella situándonos en puntos ficticios o en
pensamientos improductivos. Porque el salir del tiempo nos lleva a usar nuestra
mente, sí, de forma improductiva: nos lleva continuamente a girar y girar
perdiéndose así toda intensidad en la vivencia.
Pero por si todo lo dicho fuera poco podríamos
añadir otros elementos que hacen que sea necesaria una revisión sobre la forma
en que nos relacionamos con el tiempo, y estos elementos son nuestra caducidad
y la fugacidad de la vida, elementos aludidos en reflexiones anteriores.
Y volveremos a incidir en ello, incidimos
una vez más en que sabemos que somos caducos y que nuestro paso por este mundo
es temporal y breve sumándose a todo esto otro ingrediente fundamental y es que
ignoramos el tiempo del que dispondremos, es decir, que desconocemos el tiempo
que nos queda pudiendo estar este compuesto por años, por meses o por días o
tan solo por unas horas. Conocemos todas estas características nuestras pero lo
cierto es que solemos vivir como si fuéramos a vivir para siempre, sabiendo en
todo momento pero no reparando en el hecho de que nuestro paso por aquí puede
terminar en cualquier instante.
Y
son todos estos elementos sin duda los deberían empujarnos a realizar una
revisión de nuestra relación con el tiempo conociendo el hecho de que nos
topamos una y otra vez con la dificultad que venimos mencionando, que vivir el MOMENTO
solo será alcanzable en la medida en que logremos “utilizar” nuestra línea
temporal a nuestro beneficio; que vivir el presente para entrar en el tiempo
solo será posible si logramos “usar” el pasado y el futuro de forma
conveniente para regresar, cuando uno u otro no nos sean provechosos, al
momento actual, al momento en el que la vida está SIENDO, al momento PRESENTE.
Vicente Berenguer
No hay comentarios:
Publicar un comentario